miércoles, 14 de abril de 2010

Una péli del BAFICI

Como todos sabemos el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires es una excusa más para ir a esa especie de caja mágica llamada “sala de cine” y una oportunidad única para ver películas que, en otras circunstancias, hubieran sido difíciles de degustar.
Esta vez fue el turno de “Go get some Rosemary”, una película de los hermanos Safdie (cuántos hermanos que se dedican a hacer cine, se me cruzan desde los Lumiere hasta los Coen, pasando por los Taviani, calculo que porque les corre la misma sangre por la cabeza) que hizo que una vez más zambullirse en la pantalla grande sea una experiencia de otro mundo.
Una cámara al hombro que se movía al compás de los personajes, un padre divorciado irresponsable que amaba a sus hijos de una manera muy particular, dos niños actores extraordinarios, tensión agradable, nervios con sonrisas. Todo en una sola película independiente de dos hermanos estadounidenses a los que se les cruzó retratar un pequeño momento en sus vidas. Si, resultó ser un film autobiográfico, al final de la proyección aparecieron los directores, con un fuera de línea estético similar al de su obra, dispuestos a responder las preguntas del público: “Quisimos contar una historia para nosotros, que resultó que la podíamos contar para todos”, expresaron los hermanos.

Una película, alumna de la escuela Cassavetes, con emociones fuertes que merece la pena vivir.


Por Agustina Grasso

martes, 6 de abril de 2010

Up in the air: comedia con escalas

Tomemos una mochila, y en ella comencemos a llenarla con afectos, con seres queridos, pertenencias, valores… Pesa, ¿no es cierto?” Con esta frase abrumadora, el personaje de George Clooney, nos intenta persuadir de que es más cómodo viajar ligero.


Up in the air se acerca a una comedia, tanto como se acerca a un drama. Esta colorida película del talentoso director, Jason Reitman (Juno y Gracias por fumar), nos acerca a un mundo de relaciones complejas (claro, qué relación no lo es) en el cual se toma como partida la vida de un solitario, Ryan Bingham, encargado de dar las noticias de despido en grandes empresas alrededor de todo EEUU.

Si bien, las reacciones de los “re-estructurados” empleados pueden ser múltiples, él las encara con apatía y comprensión (totalmente indiferente); lo cual no deja de exponer el enorme vacío q su personaje carga.


En un mundo cambiante a cada momento y con una economía endeble, Bingham es lo más funcional al sistema: esa liviandad en su vida y su objetivo netamente material no lo dejan relacionarse más con su entorno de lo que quisiera. Quizás él mismo se da cuenta de ese malestar cuando por imposición debe viajar acompañado por una chiquilla, que no hace más que tratar de demostrarle lo tan equivocado que está. Pero por casualidad (o causalidad) se terminan señalando exactamente todo lo contrario, tal vez ella, por pecar de ingenua, o tal vez él, por creer en ella.


Lo cierto es que esta agridulce película (más agri que dulce) nos termina de encontrar a nosotros mismos como ingenuos. Nos pone ante la amarga verdad de que la vida es complicada y aunque uno intente descargar esa mochila constantemente, hay sucesos que no se pueden cambiar.

Sin embargo, más allá del desenlace, los títulos finales, con una banda sonora impecable, nos dejan entrever las confesiones de los trabajadores despedidos que reconocen que en su mochila ahora carga un pesado vacío, pero que tiene un espacio mayor para las cosas inmateriales, que poco valoradas estaban.


En resumen, todo el conjunto, hacen de Up in the air una película exquisita, con un guión magníficamente logrado y un reparto de actores de primera calidad que no van a dejar que esta película de un paseo por las nubes sin antes descender en cada espectador como un soplo de aire calido a nuestras materiales vidas.

Por Martin Castoro