lunes, 31 de mayo de 2010


"El buen cine es lo que podemos creernos y el malo, lo que no nos podemos creer"

(Abbas Kiarostami)*




*Director iraní independiente, autor de documentales y dramas neorrealistas, frecuentemente protagonizados por niños, narración poética y alegórica, uso de cámara fija. Exploración del uso de la naturaleza del cine como ficción.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La cinta blanca y negra


El blanco es el color de la pureza, la inocencia, la virginidad y la integridad. Todas características, a primera vista, asociadas con la infancia, es decir, con esa primera etapa de la vida de un ser humano, que, luego, bastardeado por vivencias, experiencias y otros adultos, se convierte en un color más bien grisáceo. Bueno, esta película pone en duda este cambio gradual en el color. Presenta una niñez con sentimientos bastantes alejados de esa pureza. Y no estamos hablando de una historia cualquiera, sino la de un pueblo alemán en su etapa previa al nazismo.

La película narra una serie de situaciones misteriosas que tienen que ver con crímenes que nadie sabe - ni el espectador, ni el relator – quien los cometió. Tanto el Barón feudal, el médico del pueblo, el maestro, el pastor, como los propios niños, no quedan exentos de ser los culpables de las atrocidades de este mundo de reglas estrictas y clases económicas bien marcadas. Pero todo, o casi todo, tiene una explicación: esta “cinta” de Michael Haneke intenta revelar el origen del fascismo alemán, que con los años se convertirá en uno de los regímenes totalitarios más sangrientos de la historia.

Las cuestiones técnicas tampoco quedan libradas al azar: la elección de que sea una película en blanco y negro, la cámara fija, los fuera de campo y la falta de banda sonora son características que generan un vínculo especial con el público, de mayor realismo, nerviosismo y tensión. Aunque, vale destacar, que las escenas explícitamente fuertes pueden contarse con los dedos de las manos. No hay imágenes violentas. Es más, muchas, parecen hasta cortadas como por una tijera en la parte más sangrienta; como el caso de la muerte de una trabajadora, donde sólo se ven sus piernas y el resto de su cuerpo queda cubierto por una pared y bajo la imaginación del espectador. Y eso sucede porque Haneke es un experto de la construcción de narrativas de suspenso. Logra que su público termine de ver la película y se quede con cuestionamientos acerca de ciertos asuntos morales o cuestiones sociales, es decir, que se involucre intelectualmente con sus obras. Creo que una vez más, este destacado director de la Europa moderna, lo logró.


Por Agustina Grasso

OTROS FILMS DEL DIRECTOR: El séptimo continente (1989), Funny Games (1997), La pianista (2001), Caché (2005), La cinta blanca (2009)