sábado, 27 de febrero de 2010

Cabeza Borradora

Tal cual como ocurre con otras películas de este señor, preguntarse: ¿de que trata? sería casi una cuestión existencial. Quizás la película intente seguir una linealidad, aunque sobre el final (y fiel a su estilo), David Lynch hace de su Cabeza Borradora (Eraserhead) un amontonamiento de ideas y creatividad que la llevan hacia su nivel más surrealista. En ese punto es donde inevitablemente la pregunta inicial se esfuma, y no queda más remedio que absorber y tratar de digerir esos extraños sucesos transformados en emociones… Puras emociones. Lo fascinante de esta película es, indudablemente, su carácter pictórico. Cada espectador, tal como en un cuadro (abstracto en este caso), es libre de interpretar y realizar análisis totalmente diferentes para una misma escena. Puro cine arte. Este recurso fue y es usado por otros directores que intentan desde sus películas una constante provocación hacia el espectador (Jean-Luc Godard, Costa-Gavras, Pier Paolo Passolini…). Lynch en su Cabeza Borradora intenta exactamente lo mismo, pero enfocado desde otro ángulo: la repulsión, el desprecio y lo desagradable forman parte de un film de culto que no por menos hay que dejar de ver. Aún con los increíbles obstáculos temporales (tardó 5 años en terminar esta obra) y económicos (no tenía trabajo y debía mantener a su pequeña hija) que debió superar el film, terminó por constituirse en una de las películas de culto más apreciadas de la historia: Stanley Kubrick, Alejandro Jodorowsky y Terry Gilliam la han alabado y la han ubicado entre sus favoritas.

Argumento ------------------------------------------------------------------------------------------------

Comienza con la imagen del protagonista (Henry) y la de un mundo controlado por una especie de Semi-Dios deforme, el cual está activando palancas en un cuarto pequeño, con una vista al aparente espacio exterior. En esta escena podemos ver, como si fuera una alegoría, a la concepción del bebe prematuro que será parte de la vida de Henry. La película toma forma en un mundo industrial-post-apocalíptico: se lo ve a Henry en un trayecto hacia su pequeño departamento, donde da lugar a su imaginación con una chica que vive en su radiador. En el pasillo se encuentra con su sexy vecina, que le comenta que una tal Mary lo invitó a comer a casa de sus padres, cita a la cual acude para contemplar una situación familiar que limita lo grotesco. Un padre que pareciera que hablara con un espejo, una abuela en estado catatónico, una madre controladora que incurre en una especie de orgasmo cuando intentan cortar un pollo de lo más diminuto, una perra amantando a sus desesperados cachorros, y una revelación final que lo deja a Henry en una incredulidad total, al saber que ha sido padre de un bebe prematuro que todavía se encuentra en el hospital. Decide hacerse cargo de la criatura (tal vez por imposición de la madre) y se lo lleva a vivir, junto con su mujer, a su pequeñísimo apartamento. Debido al incontrolable llanto del bebe, y a la incapacidad de los personajes de que ese feto -de aspecto horrible- pueda generarles algún tipo de afecto, Mary decide irse a casa de sus padres (en un acto de total inmadurez), dejando a un Henry impasivo, totalmente solo con la criatura. Hasta aquí podríamos decir que la linealidad del argumento no se ve tan afectada, pero es precisamente en este punto donde todo se empieza a transformar en sueños, pesadillas e imágenes delirantes para Henry. En ese mundo onírico se sube a un escenario junto con la chica de sus sueños que destroza pequeños fetos agusanados. Mientras la observa, pierde literalmente su cabeza, que es robada por un niño y llevada a una especie de maquinaria que transforma el cráneo, metafóricamente, en una goma de borrar para lápices.
Al volver a su mundo real, si es que existe en Lynch esta división, el relato culmina con la muerte del bebe (a manos de Henry). Una muerte que más allá de expresar pena; transmite asco, desprecio y se convierte en una total repugnancia. Un flash blanco se adueña de la pantalla, podría ser el pasaje trascendental de un estado de conciencia a otro, en el cual Henry besa y abraza a la chica del radiador.

Por Martín Castoro

1 comentario:

Teresita dijo...

Excelente crítica, aguda y esclarecedora. Hace un tiempo habia visto este excelente film y me había gustado sin saber muy bien por qué. Tus palabras me hicieron entender mejor la perspicaz mente lynchiana. GRACIAS!

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