En estas últimas semanas, tal vez por el frío, no paré de ir
al cine. Y con ese sentimiento de espectadora con síndrome de “post película”
(persona que al salir del cine necesita procesar lo que vio con palabras) pensé
en retomar este pequeño espacio (después de un año y medio) y plasmar parte de
esos pensamientos.
ANTES DE LA MEDIANOCHE (Richard Linklater)
Mi memoria frágil me generó que dos días antes de ir al cine
vea nuevamente Antes del amanecer y Antes del atardecer. De ambas películas,
admiro el guión y historia, al punto que a veces me despiertan las ganas de anotar
frases cual “guía de vida”, mientras las veo (pero no lo hago). En ese momento
recordé cuánto me había fascinado la primera y cuánto me había sentido
identificada con la segunda. Tal vez como venía tan empapada, mis expectativas
por “la tercera parte” eran elevadas. Entonces fui al cine con mucho entusiasmo
y debo decir que me fui un poco desinflada. Pero con el pasar de los días, esa
historia siguió dando vueltas en mi cabeza y me fui infando poco a poco: porque
me pareció una película realista, natural, y sobre una etapa de la vida (post
40) de la que tal vez pocas películas hablan con tanta crudeza. En las
relaciones de amor de las películas suele abundar el idilio y la fantasía. Acá
prima una discusión verdadera y que hasta genera rechazo en el espectador, como
suelen generar las discusiones en la vida real.
DIAGNOSTICO ESPERANZA (César González)
Cuando se filmó “Elefante Blanco” (la peli de Trapero) se
necesitaron policías que custodien los sets de filmación, punteros que
liberaran territorios, se necesitaron guionistas que supieran del mundo en la
villa para poder contarlo. Acá no se necesitó nada de eso. Acá el relato es un
mero reflejo de una forma de vida sin intermediarios, lo cual no es que
convierte a la película en un documental, sino en una ficción sin
contaminantes. Su director es César González, quien debuta como director de
cine, pero no como artista: mientras estuvo preso descubrió su afición hacia la
lectura, comenzó a escribir poesía, creó
una revista (Todo Piola), escribió libros de poemas y ahora se puso a filmar.
Con cámara en mano, que a veces nos hace recordar a los hermanos Dardene,
muestra el barrio donde vive (Carlos Gardel, Morón) y la forma en que se vive,
a través de las actuaciones de familiares y amigos. Digno del neorrealismo
italiano (Ladrón de bicicletas, Umberto D) muestra la vida y la supervivencia
de las clases bajas de la sociedad (robos, transas, presos) desde el llano. La
primera vez que se proyectó el film fue en la Carlos Gardel, un gesto que me
hizo acordar a los movimientos de cine militante argentino de los 70 que proyectaba
películas en los barrios. Pero volviendo al síndrome “post película”, cuando
salí de verla me sentí feliz. No porque sea una comedia (lejos está de ello)
sino porque es una película auténtica y con sello de autor.
METEGOL (Juan José Campanella)
Al salir de ver Metegol me di cuenta que en Argentina podemos
hacer una megaproducción hollywoodense. Me pareció que Campanella hizo una
película que puede funcionar tranquilamente en el mercado internacional porque está
repleta de no lugares, que son como dice Bauman un aeropuerto, un shopping. La
historia es muy “tierna”, con un guión que acompaña, pero me esperaba algo con
más identidad, como un pueblo parecido a alguno del interior de Argentina y no
a un típico poblado de una película de Disney. Pero bueno, es una observación. La
presentación de cada personaje del Metegol es excelente, al igual que una de
las primeras escenas que sucede en un parque de diversiones. Campanella se está
volviendo un mito del cine.
CORNELIA FRENTE AL ESPEJO (Daniel Rosenfeld)
Es una película basada en un cuento de Silvina Ocampo, una
escritora argentina que murió hace veinte años pero que nos dejó cuentos
lindísimos repletos de fantasía y un mundo interno bellísimo, extraño, loco y
atrapante. Esto se ve reflejado en la película que por momentos es algo lenta
(palabra que odio), pero que se remonta al trasladarnos a su universo de sueños
y personajes particulares.
Agustina
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